Bueno, este señor no podía perder ripio. Si nos habíamos olvidado de este tipo, él nos vuelve a imponer su presencia presentándonos un libro que habla de él -y que no creo que haya escrito él... no le veo capaz, no sé por qué- y que indiscutiblemente pretende ser un «lavado de imagen», la negra imagen de «azote del malo» que nos dejó durante sus ocho años en la Casa Blanca. No es otro que George Bush.
Este señor que ahora sonríe mientras firma ejemplares y se forra a mantas, afirma que las torturas en Guantánamo, algunas verdaderas salvajadas, estaban justificadas. También se hace el inocente en el ataque a Irak y a todo lo referente a esas ya manidas «armas de destrucción masiva», esas por las que se sintió la justificación de atacar un país y meternos en una guerra.
Este tipo me da repelús... Él afirma que sintió revuelto el estómago por muchas de las cuestiones que cuenta en su «novela»; se nos quiere mostrar como alguien sensible, con alma...
Pero a quien de verdad revuelve el estómago lo que él supone, lo que es, lo que hizo y lo que nos supuso, es a mí.
A mí, este hombre, su sonrisa y su gesto nada natural de «soy un buen tipo, honrado y honesto», a mí este señor sí que me provoca repelús. Su cáscara falsa no me convence.
En los medios, a la vista de sus afirmaciones y su pretendida higiene de imagen, le llaman «desmemoriado»... ¿por qué no le llaman lo que todos de verdad piensan... mentiroso?
Y, por ahora, nada más.
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