viernes, 17 de diciembre de 2010

Pena de muerte... ¡penosa!

No he podido evitar el juego de palabras. En EEUU ajustician a un hombre con un sedante para animales. Es que se les ha acabado el pentotal sódico y hay que tirar de lo que sea, porque matar hay que matar. La pena de muerte es sagrada... para esa gente que se dice civilizada y si no hay drogas para animales, pues a cascotazos. El caso es que la pena de muerte se cumpla... ¡¡Toma ya!!
Penoso -perdón-, deleznable, espantoso, horripilante.
No me salen más adjetivos, además, que luego me dicen que abuso de ellos.
Sí, se ha acabado el pentotal sódico... o, quizá, las empresas farmacéuticas que lo fabrican se han negado a servirlo para que no se le dé este maléfico uso.
La pena de muerte debería estar prohibida ya de una puñetera vez. Castigos hay en este mundo a porrillo para que no sea precisa esta espantosa medida.
Ya tenemos bastantes muertes a nuestro alrededor por asesinos y delincuentes para que los Estados de Derecho se apropien un delito deleznable como castigo adecuado a según qué crímenes. El que mata a un asesino, es tan asesino como él... sin contar con la cantidad de reos ajusticiados que más tarde se ha demostrado eran inocentes. Es tan definitivo, que ya no hay reparación posible.
Voto por la vida y me asquea la moralina en la que se escudan los países que defienden esta pena como castigo.
Y, por ahora, nada más

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